sábado, 24 de febrero de 2018

VELETAS EN EL LLANO

La sierra de El Pobo desciende hacia el valle del Mijares en el término de Cedrillas. Al pie del monte Castelfrío se extienden las lomas de El Llano y El Frontón. Páramos colgados sobre el barranco de Quiebracántaros. 

Las pasadas semanas un par de nevadas cayeron sobre la sierra. En estos altos el viento es habitual de forma que es común que la nevada coincida con una ventisca. Los copos de nieve caen al suelo casi horizontalmente y se agregan por ser esta bastante adherente. La capa va cubriendo el suelo y comienza a crecer en espesor hasta que al cabo de unas horas cesa la precipitación, pues hace años que no se conocen nevadas de varios días de duración.


Cuando cesa de nevar se ponen en marcha dos procesos. 

En contacto con el suelo, se produce la fusión de la nieve a un ritmo que depende de la temperatura del aire. En los altos de la sierra de El Pobo, esta suele ser inferior a cero la mayor parte del día, por lo que habitualmente la fusión es muy lenta. 

En la parte superior de la capa de nieve pueden ocurrir dos cosas. Si la fusión es rápida, el agua obtenida desciende por gravedad y se infiltra en el suelo favoreciendo que se regale el resto de la nieve desapareciendo la capa. 

Pero esto no es lo habitual. Lo más común es que tras el paso de la borrasca se instale el anticiclón y desciendan las temperaturas. Y, en estos altos, que siga el viento. Entonces la nieve seca empieza a ser barrida y desplazada hacia las zonas bajas formando ventisqueros en los declives del entorno. A veces, en las trincheras abiertas al ampliar las carreteras.


Este proceso moviliza localmente los recursos hídricos desde los altos a las zonas bajas antes incluso de la fusión de la nieve.

Conforme pasan los días, por una u otra causa la capa de nieve va desapareciendo. Salvo donde el viento encuentra resistencia. Esto ocurre en los abundantes arbustos (enebros y sabinas rastreras) y escasos pinos que salpican el páramo.


Las chaparras, que es como en la zona se conocen a las sabinas rastreras, atrapan la nieve entre sus ramas pero no son capaces de frenar el viento por casi no levantarse del suelo  

Los enebros, sin embargo, adquieren formas voluminosas, casi hemiesféricas (Juniperus communis ssp. hemisphaerica). Esta estructura, la densidad de su ramaje y de su follaje, frena el viento cuando atraviesa a este arbusto y disminuye el barrido de la nieve a sotavento.


Días después de caer la nevada, la partida de El Llano de Cedrillas es una colección de "veletas". 


Estos estrechos y agudos ventisqueros, cincelados por el viento frío, indican la dirección de las masas de aire durante estos días. El cierzo dominante. Ese viento que cruza desde el Atlántico al Mediterráneo llegando ya con escasa humedad al confín de la cordillera Ibérica. Estas singulares "veletas" apuntan hacia el sudeste, la dirección más corta al cercano mar. 


Este desigual depósito de la nieve en torno a cada enebro propiciará, seguramente, un desigual desarrollo del sistema de raíces, extendiéndose a sotavento. Son adaptaciones de las plantas que les permiten crecer en un medio difícil.

El Llano y La Casilla de Cedrillas, los páramos de la sierra de el Pobo, son paisajes de origen ganaderos con una larga historia de aprovechamiento en la que solo plantas muy bien adaptadas consiguen sobrevivir a la presión ambiental. Estos enebros, que prosperaron en la península Ibérica durante las glaciaciones del Cuaternario, encontraron en estas frías y secas sierras, un refugio.

Son paisajes de una gran singularidad y belleza pero también un laboratorio para interpretar los cambios climáticos, ecológicos e históricos.

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