sábado, 24 de febrero de 2018

VELETAS EN EL LLANO

La sierra de El Pobo desciende hacia el valle del Mijares en el término de Cedrillas. Al pie del monte Castelfrío se extienden las lomas de El Llano y El Frontón. Páramos colgados sobre el barranco de Quiebracántaros. 

Las pasadas semanas un par de nevadas cayeron sobre la sierra. En estos altos el viento es habitual de forma que es común que la nevada coincida con una ventisca. Los copos de nieve caen al suelo casi horizontalmente y se agregan por ser esta bastante adherente. La capa va cubriendo el suelo y comienza a crecer en espesor hasta que al cabo de unas horas cesa la precipitación, pues hace años que no se conocen nevadas de varios días de duración.


Cuando cesa de nevar se ponen en marcha dos procesos. 

En contacto con el suelo, se produce la fusión de la nieve a un ritmo que depende de la temperatura del aire. En los altos de la sierra de El Pobo, esta suele ser inferior a cero la mayor parte del día, por lo que habitualmente la fusión es muy lenta. 

En la parte superior de la capa de nieve pueden ocurrir dos cosas. Si la fusión es rápida, el agua obtenida desciende por gravedad y se infiltra en el suelo favoreciendo que se regale el resto de la nieve desapareciendo la capa. 

Pero esto no es lo habitual. Lo más común es que tras el paso de la borrasca se instale el anticiclón y desciendan las temperaturas. Y, en estos altos, que siga el viento. Entonces la nieve seca empieza a ser barrida y desplazada hacia las zonas bajas formando ventisqueros en los declives del entorno. A veces, en las trincheras abiertas al ampliar las carreteras.


Este proceso moviliza localmente los recursos hídricos desde los altos a las zonas bajas antes incluso de la fusión de la nieve.

Conforme pasan los días, por una u otra causa la capa de nieve va desapareciendo. Salvo donde el viento encuentra resistencia. Esto ocurre en los abundantes arbustos (enebros y sabinas rastreras) y escasos pinos que salpican el páramo.


Las chaparras, que es como en la zona se conocen a las sabinas rastreras, atrapan la nieve entre sus ramas pero no son capaces de frenar el viento por casi no levantarse del suelo  

Los enebros, sin embargo, adquieren formas voluminosas, casi hemiesféricas (Juniperus communis ssp. hemisphaerica). Esta estructura, la densidad de su ramaje y de su follaje, frena el viento cuando atraviesa a este arbusto y disminuye el barrido de la nieve a sotavento.


Días después de caer la nevada, la partida de El Llano de Cedrillas es una colección de "veletas". 


Estos estrechos y agudos ventisqueros, cincelados por el viento frío, indican la dirección de las masas de aire durante estos días. El cierzo dominante. Ese viento que cruza desde el Atlántico al Mediterráneo llegando ya con escasa humedad al confín de la cordillera Ibérica. Estas singulares "veletas" apuntan hacia el sudeste, la dirección más corta al cercano mar. 


Este desigual depósito de la nieve en torno a cada enebro propiciará, seguramente, un desigual desarrollo del sistema de raíces, extendiéndose a sotavento. Son adaptaciones de las plantas que les permiten crecer en un medio difícil.

El Llano y La Casilla de Cedrillas, los páramos de la sierra de el Pobo, son paisajes de origen ganaderos con una larga historia de aprovechamiento en la que solo plantas muy bien adaptadas consiguen sobrevivir a la presión ambiental. Estos enebros, que prosperaron en la península Ibérica durante las glaciaciones del Cuaternario, encontraron en estas frías y secas sierras, un refugio.

Son paisajes de una gran singularidad y belleza pero también un laboratorio para interpretar los cambios climáticos, ecológicos e históricos.

miércoles, 21 de febrero de 2018

ARBOLEDA SINGULAR "RIBERA DE CHOPO CABECERO"

En 2015, el Gobierno de Aragón, mediante la Ley 6/214 de Espacios Naturales Protegidos de Aragón y el Decreto 27/2015 reguló el Catálogo de árboles y arboledas singulares de Aragón. En el mismo se entiende por arboledas "aquellos conjuntos de árboles de reducida extensión como bosquetes, alineaciones o rodales" y establece que la selección de las arboledas para su declaración como singulares e inclusión en el Catálogo se realizará mediante criterios objetivos que, entre otros aspectos, evalúen la singularidad del ejemplar en el conjunto de los existentes en Aragón.

Previamente a la creación del Catálogo, el Gobierno de Aragón realizó un inventario de árboles y arboledas sobresalientes susceptibles de ser incluidos en el mismo. Es un inventario abierto, pues es susceptible de incorporar masas forestales a propuesta de la propia Administración, de asociaciones o de particulares. En concreto, en lo que concierne a las arboledas, para el conjunto de Aragón se han inventariado cuarenta y seis masas forestales notables, de las que siete se encuentran en la provincia de Teruel.

En la actualidad, el Gobierno de Aragón ha declarado tres arboledas singulares. La primera de ella, en noviembre del año pasado, fue el "Pinar de Pino Moro" de Valdelinares. En la sierra de Gúdar, pino moro es la denominación popular de lo que los especialistas llaman pino negro y que tiene como nombre científico Pinus uncinata.     

El pasado 11 de enero, se publicó la declaración del "Pinar de pino salgareño" en el término municipal de Luesia (Cinco Villas) con una superficie de 15,70 hectáreas de una masa de Pinus nigra subsp. salzmanii). 


El pasado viernes 9 de febrero, el BOA publicó la declaración de la Orden DRS/165/2018 por la que se procede a la declaración de la arboleda singular de Aragón denominada “Ribera de Chopo Cabecero” en el río Alfambra y su afluente el barranco del Regajo a su paso por los términos municipales de Ababuj, Jorcas y Aguilar del Alfambra. En concreto supone una superficie de 51,54 hectáreas y una longitud que supera los 12,2 km.


El Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón considera que las arboledas de chopo cabecero constituyen un paisaje característico configurado a partir de un árbol "singular" y merecen una salvaguarda legal. Es el resultado de una gestión tradicional basada en las podas periódicas de la totalidad de sus ramas (desmoche o escamonda) para la producción de vigas para las construcciones rurales, leña y forraje en las tierras altas y deforestadas del sur de Aragón. Estos ejemplares, en muchos casos centenarios, forman dehesas fluviales aprovechadas con el pastoreo extensivo en los cauces de los ríos de la cordillera Ibérica, especialmente en el Pancrudo, Aguasvivas, Guadalope, Jiloca, Martín, Huerva y Alfambra. 


El Consejo de Protección de la Naturaleza de Aragón (CPNA), órgano  colegiado, consultivo y de participación en materia de protección de la naturaleza, fue consultado por el Gobierno de Aragón, sobre la declaración de la citada arboleda singular. El CPNA informó favorablemente dicha propuesta considerando en su dictamen que las formaciones de chopo cabecero ligadas a las riberas de muchos ríos turolenses y de la cordillera ibérica Zaragozana constituyen un patrimonio natural vinculado a las actividades agropecuarias de enorme valor, cultural, paisajístico y ambiental. En este sentido la declaración de una arboleda singular en un tramo considerable del río Alfambra y tributarios se considera acertada y necesaria. Añadiendo, igualmente, que hay que resaltar el valor educativo de la propuesta como otro elemento positivo a tener en cuenta.


Tras la exposición a información pública fueron presentadas alegaciones solicitándose la ampliación de la superficie declarada arboleda como singular, el incremento del importe previsto de inversión en la propuesta inicial y la integración del sendero fluvial existente con la propuesta de la creación de creación de un sendero interpretativo habiendo estimado algunas de ellas el citado Departamento . Y por la Confederación Hidrográfica del Júcar, estimándose igualmente con la matización de que las actuaciones de mantenimiento, restauración de cauces y gestión de recursos hídricos promovidos por dicho organismo de cuenca, sean siempre compatibles con el mantenimiento y persistencia de la arboleda y de los valores que motivaron su declaración.


En el citado decreto, se indica que la Ribera de chopo cabecero de las riberas del río Alfambra y barranco del Regajo corresponde a la asociación vegetal Salici neotrichae-Populetum nigrae, al hábitat de la directiva "Bosques de galería de Salix alba y Populus alba" siendo la especie arbórea dominante el chopo negro (Populus nigra), una masa de formación regular, de una altura veinte metros en la especie dominante, tratándose de una especie autóctona aunque su origen sea antrópico. Aplicando la metodología que usa la Dirección General de Sostenibilidad para determinar el grado de madurez de un rodal forestal se considera que la citada arboleda tiene tendencia a la madurez. y aplicando el índice de singularidad empleado por dicho organismo se deriva que se trata de la mejor representación de un modelo de aprovechamiento del chopo, dentro de una economía agrícola de autosuficiencia, mediante un uso agroforestal de los márgenes de los campos con acequias, barrancos y, más comúnmente, junto a los ríos.


La citada Orden establece la necesidad de desarrollar un plan de gestión, encaminado a garantizar el mantenimiento de los trasmochos de los chopos cabeceros, para evitar su desaparición como ya ha ocurrido en diversos puntos de la cordillera Ibérica. Se indica que desde las distintas administraciones se fomentará la ejecución de trasmochos por parte de los particulares que puedan estar interesados en obtener los productos que de estas actuaciones se derivan. Asimismo, se fomentarán acuerdos de custodia de acuerdo con lo previsto en el citado Decreto 27/2015, del Gobierno de Aragón, por el que se regular el Catálogo de árboles y arboledas singulares de Aragón. Las administraciones implicadas, Confederación Hidrográfica del Júcar (gestor de las riberas), Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad (gestor de los montes y bosques) y Ayuntamientos, deben intervenir activamente y retomar el régimen de escamonda de los chopos que se encuentren en terrenos de sus respectivas titularidades, así como establecer incentivos para los agricultores propietarios de estos chopos mediante medidas agroambientales por sus valores ecológicos y paisajísticos. 


Se añade que cualquier actuación o inversión que se realice en la arboleda deberá tener en cuenta su declaración como arboleda singular y ser justificada su necesidad y compatibilidad con la persistencia de la misma, debiendo asimismo contar con un informe favorable emitido por la Dirección General que ostente en cada momento la competencia en materia de árboles y arboledas singulares, sin perjuicio de otras autorizaciones medioambientales que correspondan a otros organismos.


La Arboleda Singular "Ribera de chopo cabecero" de Ababuj, Aguilar del Alfambra y Jorcas coincide con los objetivos del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra. Los departamentos de Desarrollo Rural y Sostenibilidad y de Educación, Cultura y Deporte ya se están coordinando para mejorar la gestión de este espacio natural y cultural aprovechando del mejor modo los recursos existentes.

domingo, 18 de febrero de 2018

LAS FIESTAS DE JORCAS: EL APRENDIZAJE COMÚN MÁS ESTUPENDO


No nací en estos pueblos, lo confieso. Desde Valencia y en un febrero, similar en frío al de este año, me llevaron a nacer a Teruel y ví la luz precisamente en el sitio que aún funcionaba como hospital y tal vez, al final, sea el Museo de la Guerra Civil o no sea nada más que los escombros de un montón de edificios -levantados a finales del siglo XVIII- despilfarrados. 

Mi madre y mis abuelos maternos sí eran de estos pueblos, de Jorcas. Ese pueblo pequeño al que, hace muchos años llegó una de esas personas estupendas –sacerdote de profesión- y comprendió que su labor allí no sólo era la rutina clerical sino la que constituía un compromiso humano real y de conciencia con el entorno.

Foto 1. Jorcas.- Vista general desde las Peñas Royas (Fotografía: Eliseo Herrero)

Esa persona despertó reacciones de todo tipo, pero, sobre todo, despertó las conciencias de un grupo de jóvenes entonces, cómodos y gruñones “veraneantes” que sólo pasaban en Jorcas algún tiempo de vacaciones en verano con el único propósito de divertirse, que se quejaban de las incomodidades “pueblerinas” y “se aburrían mortalmente”: No había agua corriente, ni duchas, ni piscina, ni cine, ni ni ni…

 
Foto 2. Jorcas.- Fuente del Barrio Bajo (Fotografía: Eliseo Herrero)

Su pregunta fue directa: ¿No había agua corriente? ¿Y qué hacíamos nosotros inmóviles? Seguramente nos miramos las caras, o no nos las miramos por vergüenza. Lo cierto es que empezamos a pensar en la cara de felicidad -el día que tuvieran agua en casa- de aquellas personas queridas que lloraban de alegría al vernos llegar cada verano y de tristeza en septiembre al marcharnos quedándose con los trabajos duros y la soledad en invierno, cada vez mayores y más desasistidos. 

El agua fue EL motivo que condujo a revivir las Fiestas de Jorcas. Por ella, con excusa de las Fiestas, llamamos a cuantos se habían ido y peligraba su vuelta, fue la convocatoria al reencuentro de una comunidad con sus luces y sus sombras de convivencia para emprender un proyecto común: el agua en los hogares, la posibilidad de tener grifos todos día y noche, invierno y verano, de fregar los cacharros, de una lavadora, de un cuarto de baño. La ilusión de mirar unas caras sonrientes al ver caer el agua por un grifo en las casas sin la obligación diaria de cargar con pozales y cántaros una vez tras otra.


Foto 3. Jorcas.  Mujer joven con las cargas de agua diaria (Foto cedida por A.I.V.)

¿Fue trabajo? Sin duda, pero pocos trabajos pueden ser más productivos, pocas recompensas pueden verse tan gratificantes y evidentes como el resultado de ése trabajo, tan repartidas en solidaridad, tan instructivas e intergeneracionales ¡Cuánto y cuántas cosas aprendimos todos sin darnos cuenta! ¡Cuántos obstáculos nos parecieron “una tontería” porque estábamos dispuestos a salvarlos en pos de un objetivo! ¡Cuántos malentendidos se diluyeron, cuántas puertas se abrieron y cuántas caras volvieron a encontrarse con abrazos y alegría! Y el logro fue mucho más que un triunfo. Fue… un Apocalipsis de alegría, fortaleza y unión.

 
Foto 4.  Jorcas.- Fiestas del año 1975. La orquesta de “Esparrell y sus muchachos” (Foto cedida por J.A. A.R.)
Muchos años después leí “Las ciudades invisibles” de Italo Calvino y Tecla, una de sus “ciudades”, me recordó Jorcas.

Dice su descripción: El que llega a Tecla poco ve de la ciudad, detrás de las cercas de tablas, los abrigos de arpillera, los andamios, las armazones metálicas, los puentes de madera colgados de cables o sostenidos por caballetes, las escalas de cuerda, los esqueletos de alambre. A la pregunta: “¿Por qué la construcción de Tecla se hace tan larga?”, los habitantes, sin dejar de levantar cubos, de bajar plomadas, de mover de arriba abajo largos pinceles responden: “Para que no empiece la destrucción”.


Foto 5. Jorcas.- Fiestas del año 1975. Pancarta para Exposición en el Ayuntamiento (Foto cedida por J.A. A.R.)

E interrogados sobre si temen que apenas quitados los andamios la ciudad empiece a resquebrajarse y hacerse pedazos, añaden con prisa, en voz baja: “No sólo la ciudad”. Si, insatisfecho con la respuesta, alguno apoya el ojo en la rendija de una empalizada, ve grúas que suben otras grúas, armazones que cubren otras armazones, vigas que apuntalan otras vigas pregunta: “¿Qué sentido tiene este construir? ¿Cuál es el fin de una ciudad en construcción sino una ciudad? ¿Dónde está el plano que seguís, cuál es el proyecto?” Responden: “Te lo mostraremos apenas termine la jornada; ahora no podemos interrumpir”. 

El trabajo cesa al atardecer. Cae la noche sobre la obra en construcción. Es una noche estrellada y, señalando el cielo, los habitantes de Tecla contestan al viajero: “Ése es el proyecto”.

Foto 6.  Jorcas.- Noche en la Chopera. (Foto cedida por L. P.)
Gracias a ésa persona, sacerdote convencido de cuál era el verdadero meollo de su profesión, Jorcas ha vivido muchas cosas buenas y menos buenas a lo largo de estas décadas, ya con grifos en sus viviendas. El tiempo nos ha marcado a todos y se ha llevado, siempre demasiado pronto, a gentes inolvidables desde entonces. Gentes a las que agradecer su iniciativa, su tesón, su alegría, su entrega, su ingenio, sus muchas y diversas capacidades puestas, sin horario ni sueldo, al servicio de una Comunidad tan pequeña como este pueblo.


Foto 7. Jorcas.- Zuecos del artesano José Martín. (Foto cedida por J.L. M.)

De todos es el mérito y por eso a nadie pongo nombre. No son las Fiestas lo importante a destacar sino los objetivos y aprendizajes que cada fiesta debe llevar consigo -además de preparar la diversión común- y convierten a cada uno en mejor persona y más feliz. Hay algo en todo eso que cambia el “trabajo” en FIESTA colectiva. 

Por lo que a mí respecta, forastera “apegada” por familia a esta continuada experiencia, lo único que puedo y quiero deciros es: GRACIAS POR DEJARME PARTICIPAR EN ELLA y en su permanente construcción.


                       Foto 8. Jorcas.- Antigua puerta del horno comunal. (Foto cedida por L. P.)
Lucía Pérez (Jorcas)

miércoles, 14 de febrero de 2018

MI PUEBLO

Mi pueblo, Aguilar del Alfambra, es, como tantos pueblos turolenses, una margarita  cuasi deshojada por la impaciencia amatoria de la despoblación.

Cada vez que un habitante emprende la atrocidad del último viaje machadiano, su ausencia arranca un pétalo de esa flor ancestral que mantiene la vida (del pueblo) cabizbaja.


El tío Joaquín bajaba «in illo tempore» la rambla infinita de la calle mayor, a bordo de un Citroën destartalado que era, en su nobleza, un sublime RollsRoyce. Los niños, a su paso, acelerábamos el trote de nuestras bicicletas y él nos saludaba con su bocina áurea que era, en su rutina, la rapsodia del corazón. Siempre trabajando, siempre diligente, el tío Joaquín conducía aquel coche y los campos del pueblo ensanchaban la vida.

La vida era un verano y era también, su trigo. Y seis cartas sagradas en las manos sabias, del tío Tomás. Un hombre bueno, rotundo y complaciente que jugaba al guiñote, con alma de tratadista y el humanismo sagrado de las personas que intuyen que todo lo importante cabe en la risa de un bar.

Cuando era pequeño, me gustaba observar con qué entusiasmo ilustre tiraba su carta contundente; era (a su pesar) una institución indiscutida en el arte de arrancarle a los naipes el grial excelso de la felicidad.

«Si quieres aprender a jugar al guiñote (decía mi yayico) mira, calladico, cómo juegan Ramón y Tomás».

Ramón es Di Stéfano, Tomás era Pelé. Y yo un crío bárbaro que no entendía el secreto de ese juego aragonés. Pero aprendí a jugar observando a Tomás (el maestro) escuchando los golpes en la mesa cuando, en un arrastre, el as del contrincante le arrebataba el tres.

«Qué mal juegas, José Antonio» le espetaba a mi padre y luego sonreía, porque era pura alegría, pura luz solariega, pura espiga en la piel. Y así, siempre risueño, tomaba su motoreta eléctrica y salía a los campos o ellos a su mirada cálida en tierra fría.

Nuestro Teruel.


El tío Joaquín y el tío Tomás han tomado la barca de la trascendencia desnudos de equipaje, jamás de estima.

Porque no desaparecen los pétalos del amor que ha arrancado la muerte y yo veré el Citroën aparcado en la fuente y observaré a Tomás (aunque no se lo diga) cuando allí, en su mesa, alguien mueva las cartas donde él ya no esté.

Aguilar del Alfambra, mi aldea turolense, es una margarita cuasi deshojada, pero en mi memoria resplandece ebria de pétalos y de floraciones: todas las personas que ayer estuvieron, hoy permanecen y mañana vendrán.


En la pared nichal del camposanto, dos noches cerradas cantan a la vida y me hacen llorar.

Qué anchas son las despedidas, qué estrecho el atardecer labriego.

El atardecer. Su soledad.


Dani Izquierdo Clavero (Aguilar del Alfambra)

domingo, 11 de febrero de 2018

¿CÓMO FUNCIONAN LOS CHOPOS CABECEROS?

En la vida de un árbol se produce un proceso de ocupación del espacio aéreo para conseguir la iluminación necesaria para la fotosíntesis que consta de tres fases.

La fase de juventud comienza con un crecimiento de fuerte predominio apical que se atenúa para comenzar el desarrollo de las primeras ramas laterales. La relación entre la masa de las hojas y la de las estructuras vivas de soporte (albura) es alta por lo que los anillos de crecimiento anuales son anchos.


En la fase de madurez termina el crecimiento de la yema apical, se produce el desarrollo de las guías laterales hasta alcanzar su máxima expresión y concluye con la pérdida de dominancia de las ramas laterales. En este momento la copa tiene su máxima proyección. Es una etapa prolongada en la que la estructura se mantiene estable. La producción neta, que se mantiene en equilibrio, va disminuyendo debido a que la masa de materia de soporte viva se incrementa mucho más deprisa (el volumen crece según un exponente cúbico) que la masa foliar (la superficie crece según un exponente cuadrado). Para compensar se produce la transformación de la albura en duramen (madera no funcional), el cual inicia su descomposición a cargo de los hongos y otros organismos saproxílicos pudiendo formarse un hueco en el tronco.

En la fase de senescencia o vejez: se inicia el atrincheramiento que es un proceso en el que el árbol reorganiza la disposición de su follaje llevándolo hacia posiciones más bajas y abandonando las zonas terminales de las ramas y de las raíces al ser ya incapaz de mantenerlas. Se produce una pérdida de estructuras que se inicia con la pérdida de las ramas apicales, continúa con el descenso de la copa a la parte intermedia del ramaje y concluye con la presencia de las últimas partes verdes en la zona del tronco próxima al suelo. En paralelo, progresa extensamente la podredumbre del duramen (madera muerta y más oscura de la parte interna del tronco) y las dimensiones del hueco por la actividad de los organismos descomponedores.

Etapas de la vida de un árbol (según Helen Read,). Las etapas A-B-C corresponden a la formación, las C-D a la completa y tardía madurez y las D-E-F-G a la vejez. El término senescencia se reserva para las fases F-G.
Los árboles trasmochos, como los chopos cabeceros, siguen un ciclo definido por la retirada periódica de la totalidad de sus ramas mediante el desmochado o escamonda y por el mantenimiento de esta práctica en el tiempo.



Un árbol trasmocho, al formarse, pierde la yema apical en sus primeros años produciéndose un conjunto de brotes nuevos a partir de yemas que originan un conjunto de ramillas dotadas de una elevada capacidad para colonizar el espacio. 

Entre estas ramillas no existe ninguna relación de dominancia funcionando cada una de ellas, a los efectos, como un joven árbol. La copa de un trasmocho es, realmente, un bosque de árboles. Entre las ramas se establece una competencia intensa por la luz y por los recursos que se absorben desde el suelo.


La proximidad de las ramas impide la suficiente insolación de las hojas situadas en la parte inferior del árbol lo que reduce los ingresos energéticos. Conforme las ramas alcanzan su longitud máxima se incrementa la desproporción entre la masa fotosintetizadora y la masa de materia viva  no productiva.


Tras la fase juvenil no comienza una fase de madurez sino que directamente cada gran rama entra en la fase de senescencia ya que la mayor parte de las ramillas laterales no dispone de espacio para su crecimiento. En paralelo, los recursos energéticos que llegan a las raíces se aminoran produciéndose tanto una reducción en la capacidad de crecer y de ocupar nuevos espacios bajo tierra como una pérdida de las estructuras vivas existentes, especialmente de raíces exploradoras y absorbentes.


Este es el momento en el que tradicionalmente se realizaba el siguiente desmoche que reiniciara el ciclo. Si esto llega a ocurrir se crea un nuevo espacio susceptible de ser ocupado, lo que devuelve al árbol a su fase juvenil y a una situación con producciones netas elevadas. 

Además, el desmochado periódico permite al árbol compartimentar mejor las heridas, reducir la pérdida de albura y minimizar la afección radicular.

jueves, 8 de febrero de 2018

CURSO PARA PROFESORADO DE PRIMARIA Y SECUNDARIA

Los paisajes del Alto Alfambra son el resultado de una historia del aprovechamiento de los recursos naturales por el ser humano en un marco geográfico difícil: la montaña mediterránea. La interpretación de estos paisajes por el alumnado de nuestras aulas les permite comprender su entorno de un modo integrador y, al mismo tiempo, establecer un vínculo emocional con su cultura. La creación del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra es una útil herramienta para conseguir interpretar estos paisajes.


Por ello el Centro de Innovación y Formación Educativa del Profesorado (CIFE) "Ángel Sanz Briz" ha organizado para docentes de Primaria y Secundaria la jornada "El Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra. Un recurso educativo en nuestras aulas". Se desarrollará en dos sesiones que tendrán lugar los próximos días 20 y 27 de febrero (17.30-20.00 horas) en las instalaciones del CIFE en la Ciudad Escolar s/n de Teruel. El curso será impartido por Chabier de Jaime Lorén y está coordinado por Javier Benedito.

La inscripción se formaliza a través de la plataforma DOCEO hasta el 18 de febrero de 2018.



Objetivos:

- Conocer la posibilidades que ofrece el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra como recurso educativo para el profesorado de Primaria y Secundaria.
- Interpretar la historia, la cultura, el paisaje y el ecosistema a través de la figura del chopo cabecero 
- Valorar el parque cultural como herramienta de promoción socioeconómica de los pueblos de Teruel.
- Fomentar la vinculación afectiva del alumnado con el territorio a partir de la experiencia directa.
- Poner en valor la cultura rural entre sus habitantes 

Contenidos:

- Posibilidades educativas del paisaje cultural del chopo cabecero como elemento para interpretar los valores culturales y naturales del Alto Alfambra.
- El Alto Alfambra: aspectos geográficos, arqueológicos, históricos, artísticos y etnológicos.
- El Alto Alfambra: aspectos geológicos, paleontológicos, ecológicos y paisajísticos.
- Materiales y recursos para el aula.

¡Hay que educar la mirada sobre nuestros paisajes!

martes, 6 de febrero de 2018

LAS FUENTES Y MANANTIALES DE MONTEAGUDO DEL CASTILLO

El agua es un recurso básico para la actividad de las personas. Por ello, en territorios del ámbito mediterráneo, como es el caso de la cordillera Ibérica, en los que las precipitaciones son escasas o irregulares, la ocupación humana ha estado fuertemente condicionada. 

La presencia de agua en ríos y arroyos, con unos caudales variables, posibilitaba el suministro para cubrir el consumo directo por las personas y para sus ganados, pero también para su empleo en el riego de algunos campos e incluso la instalación de pequeñas industrias, como los molinos. 


Además de en estos ríos, en una serie de enclaves diseminados a lo largo de los montes se producía la surgencia de agua procedente del subsuelo formando manantiales. Estos afloramientos podían aprovecharse conduciendo el agua por gravedad hasta un punto de caída (fuente) que podía venir acompañado de un depósito abierto de almacenamiento (abrevadero). Se posibilitaba así un fácil acceso para personas y ganados.


Durante los últimos siglos, se han sucedido periodos de precipitaciones más copiosas, seguidos de periodos de sequía. Entonces la dependencia de estos puntos de agua se acentuaba. 


Toda una sabiduría popular se desplegó para optimizar el aprovechamiento de cualquier manantial. Este conocimiento popular quedó plasmado, en cada localidad, en un conjunto de fuentes, cada una con su técnica, cada una con su nombre, que se repartían por el respectivo término municipal. Todo un patrimonio cultural.

En las últimas décadas, la emigración hacia la ciudad, la pérdida de las personas mayores y la falta de aprovechamiento y de cuidado de las fuentes amenazan la conservación de este patrimonio. Se pierden los nombres populares, las técnicas de mantenimiento o se deterioran las propias construcciones. 

Hace unos años, José Luis Penalba Guillén y Alejandro Pérez Cueva, dos estudiosos muy vinculados con Monteagudo del Castillo, acometieron el proyecto de estudiar las fuentes y los manantiales de esta localidad. Con tres  propósitos.

En primer lugar, con el de inventariar el conjunto de fuentes evitando que su conocimiento se perdiera con el paso de los años y la muerte de las personas que las cuidaron y aprovecharon. De esta forma, este singular patrimonio quedaba registrado.

En segundo término, con el objetivo de dar una explicación a cada una de las surgencias de agua aplicando la interpretación hidrogeológica para cada uno de los casos. Cada manantial es un problema científico que debe resolverse comprendiendo las propiedades y la disposición de las rocas.

Por último, quisieron poner en valor mediante una doble perspectiva. Describiendo una serie de rutas que unían diversos manantiales para su aprovechamiento por los excursionistas. Y, además, caracterizando las propiedades físicas y químicas de los mismos relacionándolos con su aptitud y cualidad para el consumo humano.

El resultado es este libro. Un libro formidable.


El primer capítulo aborda la caracterización del medio físico del término municipal de Monteagudo del Castillo. El tipo de roca, su disposición y la posible afección por esfuerzos tectónicos determina su permeabilidad y la circulación subterránea, además de las características físico-químicas del agua de los manantiales. 


Las características del clima, sobre todo en lo referente a las precipitaciones, determinan el grado de recarga de los acuíferos y, por tanto, el caudal en los puntos de descarga. Se complementa con la descripción del relieve y de la vegetación, necesarios para tanto comprender el paisaje, el escenario en el que se disponen las fuentes, como para entender los procesos de infiltración hídrica y de descarga.


El cuerpo del trabajo es el capítulo dedicado al catálogo de surgencias. Entre fuentes, manantiales, pozos y caños para drenar campos se han inventariado 128 puntos de agua, incluyéndose tanto los de carácter permanente como los efímeros. Se han establecido diversas clasificaciones según diversos criterios. 

Criterios funcionales, diferenciando las fuentes con lavadero, las que tienen (o tuvieron) balsa, las que cuentan con abrevadero, las que disponen de poceta, los nacimientos simples (o difusos), los pozos aislados, los caños de drenar, los resultantes de minas o los perdidos.

  


Otro criterio agrupa las fuentes en función de la disposición relativa de los estratos que contienen los acuíferos. Aquí se hila muy fino, por que esta es la explicación de por qué cada fuente está donde está. En definitiva, esta es la solución del problema. Para comprenderlo bien hay que conocer los diferentes materiales geológicos que se depositaron durante el Mesozoico (Secundaria) y Cenozoico (Terciario), y la forma en que han quedado deformados y dispuestos tras la orogenia Alpina. A nuestro juicio, es uno de los apartados más jugosos, por cuanto resuelve el enigma del origen de las surgencias. Uno de los grandes misterios en la cultura del medio rural. 


Igualmente, los manantiales se han clasificado según las características físicas y químicas del agua, fundamentalmente la composición en sales minerales, el pH, la conductividad, la temperatura y, también, el caudal. Estas propiedades dependen, en buena medida,  del tipo de roca con el que ha estado en contacto el agua, por lo que, igualmente, se agrupan en familias según la litología del territorio. Al relacionar estas características, con las que establecen la legislación relativa al consumo de agua humano, se establece una selección de las mejores fuentes. Algo muy práctico.

Cada uno de estos nacederos cuenta con una ficha en la que se incluye su acceso y localización, una fotografía aérea con el emplazamiento concreto, las coordenadas, las características físico-químicas, el tipo según su función, los aprovechamientos, el contexto hidrogeológico, magníficamente ilustrado mediante esquemas y varias fotografías. Todo ello en una página. Imposible más información e ilustración en menos espacio.  

Esta publicación incluye ocho rutas que recorren el término municipal de Monteagudo del Castillo que conectan, aprovechando pistas y caminos, un buen número de las fuentes descritas. Incluye, en cada una de ella, además de las necesarias orientaciones para seguir el itinerario, una descripción del relieve, de la vegetación y de las construcciones humanas que ayudan a comprender el paisaje. Es una propuesta de ocio formativo y saludable. Pero también es un recurso turístico para las personas que visitan dicho municipio serrano para disfrutar de sus paisajes y de su cultura. 


Todo ello, queda complementado, con una cartografía general en la que se ubica cada una de las fuentes y una cartografía geológica, para comprender el contexto hidrogeológico en su conjunto.

El término de Monteagudo del Castillo no es muy extenso. Las precipitaciones tampoco son demasiado copiosas, para su notable altitud. Sin embargo, alberga una gran riqueza de manantiales y fuentes. La explicación es geológica. La alternancia de estratos de rocas sedimentarias de diferente permeabilidad, su disposición a resultas de los esfuerzos tectónicos y el relieve montañoso, crean condiciones propicias para la formación de muchos pequeños acuíferos que descargan diseminados entre los montes y campos.


Un libro como éste es todo un lujo para el pueblo que lo tiene. Monteagudo del Castillo es afortunado. Contar con dos investigadores que apliquen su conocimiento y su tiempo para divulgar este patrimonio no es nada habitual. También para el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra es un importantísimo recurso, pues integra perfectamente la naturaleza y la cultura.

domingo, 4 de febrero de 2018

CABECEROS EN LA HUERTA DE VALENCIA

Queda claro que esta especie estoica y resistente no es la adecuada para unirse a las cultivadas en nuestra histórica y resistente Huerta. Pero sí para hacer presente su protagonismo en el salón de actos de una institución añeja y resistente en medio de la manzana especulativa del “Cap i Casal”, el Centro Aragonés de Valencia. La cultura, la vinculación con las raíces y la perseverancia hermanan estas tres entidades: La Huerta de Valencia, el Centro Aragonés y el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra.


Y también conectan el compromiso de las personas que allí concurrimos. Fuimos a escuchar, a evocar, a seguir aprendiendo, a apoyar, a participar. El Colectivo Sollavientos estaba ampliamente representado.


Y Francho Chabier de Jaime, de vuelta a la ciudad que también habitó y a la institución de la que fue socio, incansable, tras la preceptiva y familiar presentación, inicia su enésima y siempre penúltima exposición de una visión exhaustiva en los aspectos que giran en torno a los representativos heliófilos trasmochos, pararrayos ocasionales, y a las expectativas que abre la inminente creación del Parque Cultural que ya gestiona de facto


El río Alfambra aporta la infraestructura acuosa de la enramada inacabable. Es el eje húmedo, un trazo lineal en el mapa con un recorrido caprichoso, que corrige su rumbo para encontrarse con el Guadalaviar y proseguir viaje.


De la mano de Carmen empiezan a desfilar las “diapositivas” actualizadas: “Íntegro, tallar, trasmocho…”


Se explica que la iniciativa de crear un Parque  parte de una tradición de aprovechamiento ganadero-forestal para desarrollar un proyecto cultural. Y la cultura, que conecta en el mundo de las palabras con ‘cultivo’ y ‘agro’, lo abarca todo: conocimientos, básicamente, y modos de vida. Sin obviar sus usos tradicionales, los viejos árboles devienen un recurso ecológico, educativo, histórico, literario, turístico, energético, artístico y paisajístico, a lo que se superpone el valor afectivo. ¿Hay quién dé más? Ejemplarizante la actitud de los ingleses en el amor, cuidado y control de sus trasmochos. Habrá que ir pensando al menos en cómo disipar las amenazas que desafían su continuidad en unas condiciones de supervivencia dignas.


Finaliza la presentación y se abre el debate (y se anima): Implicación de las Asociaciones Culturales de los pueblos en el proyecto, ¿dónde están? ¡Aquí estamos!, surgen varias voces enérgicas entre la asistencia. ¿Hay especialistas en la escamonda? Alguno sí. La práctica (neolítica) aún está viva. Se subraya el importante papel de reservorio genético de Populus nigra del Parque Cultural…


En el transcurso de la charla recibimos la grata noticia de la reciente declaración institucional de Arboleda Singular para Jorcas, Ababuj y Aguilar.


Llega el vino de honor, el picoteo, la charradeta y nuevos contactos, bajo la presencia televisiva de un Real Zaragoza derrochando energías por el césped.

Saludos a la gente de la ribera del Alfambra y a la del Jiloca.

Gonzalo Tena Gómez (Colectivo Sollavientos)