miércoles, 3 de octubre de 2018

DE GROENLANDIA A MAURITANIA, PASANDO POR CAMARILLAS

La collalba gris (Oenanthe oenanthe) es un pájaro insectívoro muy popular entre las gentes de nuestros pueblos.

Tiene un plumaje de contrastados colores grises, negros, cremas y blancos, estos último especialmente en la base y en los lados de la cola (de ahí le viene el nombre castellano). Su observación resulta muy fácil para cualquier profano pues tiene un carácter inquieto y querencia a posarse cerca del suelo, siempre en ambientes abiertos. Hace uso, además, de construcciones humanas (pajares y parideras) para nidificar por lo que es muy localizable.

Por todo ello es bien conocida entre la gente de campo y por ello que incluso se cuente con una gama de nombres populares tales como zurribalba, cerribalba o rebalba, el que más he oído en el Alto Alfambra.

Rebalba. Foto: Uge Fuertes

Su alimentación se basa en insectos y otros invertebrados que captura en prados, lomas y tierras de labor próximos a roquedos, parameras o muros de piedra. Su estrategia de caza es inconfundible. Desde un posadero observa el movimiento de sus presas que se mueven sobre el suelo y, tras un corto vuelo e incluso una breve carrera, atrapa algún saltamontes, gusano o cualquier otro artrópodo.


Las migración de este pequeño pájaro ha sido estudiada bien estudiada por los científicos mediante la técnica del marcaje con anillas. Es fascinante


A lo que se suma su altiva presencia sobre un mojón, su voz chasqueante o su carácter nervioso. No es raro que sea uno de los pájaros que alegran al caminante de las lomas y los cabezos del sur de Aragón.

Por ello, es muy recomendable la lectura de su historia natural. La página Pájaros de España aporta una información muy amena e interesante sobre este pájaro que es tan común como apasionante.

Es una especie de un extraordinario éxito biológico ya que ha logrado extender su territorio de cría a lo largo de la mayor parte de Asia y Europa, especialmente en las estepas y llanuras centrales, pero también en en las fachadas atlánticas y mediterráneas, donde se encuentra la subespecie libanotica. También existen poblaciones en Islandia, el litoral de Groenlandia y la costa atlántica de Canadá (correspondiendo a la subespecie leucorhoa). E incluso en Alaska.

Es decir, su área de reproducción alcanza una extensión circumpolar de 320º (solo falta en el centro de Norteamérica) y una variación latitudinal que va desde los 30º del Atlas marroquí a los 80º de la isla Ellesmere, la más septentrional del archipiélago ártico canadiense.

Área de distribución de la collalba gris (Oenenthe oenanthe). El color naranja  representa el territorio en el que se reproduce (primavera y verano). En color azul, la zona de invernada (otoño e invierno). Fuente: Wikipedia
Todas las poblaciones, tanto las euroasiáticas como las norteamericanas, invernan en África, en un cinturón situado al sur del desierto de Sáhara que está comprendido entre Senegal y Kenia.

Imagen tomada de Institut für Vogelforschung

Su migración es uno de los casos más espectaculares dentro del grupo de las aves. 

Un ejemplar que críe en Alaska debe cruzar el estrecho de Bering, recorrer las estepas centrales de Siberia y Mongolia, las áridas tierras de Asia Menor y el desierto sahariano hasta acceder a las sabanas de Sudán en una singladura de 29.000 km. Es la ruta siberiana.

Así mismo, las poblaciones canadienses o groenlandesas cruzan el océano Atlántico (en ocasiones a través de Islandia y las islas Británicas) hasta Europa occidental por donde pasan a África a través de la península Ibérica llegando a recorrer 15.000 km. Es la ruta atlántica.

Todo esto, un pajarico de 16 gramos de peso. ¡Qué metabolismo!


Al parecer, también puede realizar el vuelo directo desde Groenlandia al continente africano atravesando el océano Atlántico en una sola jornada tal como sostienen unos investigadores daneses.


Las poblaciones locales del Alto Alfambra abandonaron los lugares de cría a finales de agosto dispersándose cada uno de ellos por los campos y eriales. Allí encontraron el alimento suficiente para mudar el plumaje (adultos) y terminar el desarrollo (jóvenes volanderos). 

A partir de septiembre se produce la marcha hacia el sur hasta alcanzar las tierras africanas. Durante este mes y las tres primeras semanas de octubre las poblaciones europeas más norteñas cruzan la península Ibérica durante su migración postnupcial, pudiendo observarse ejemplares solitarios sedimentados a lo largo del día que descansan o cazan en hábitats propicios.

Pero puede haber sorpresas.

Los estudios realizados en el valle del Ebro indican que un 18,05% de las collalbas grises que cruzan los campos aragoneses durante su migración otoñal son aves de la subespecie leucorhoa. Es decir, aves procedentes de la orilla occidental del Atlántico Norte. Se reconocen por ser más grandes (ver regla de Bergmann) y tener un plumaje más rojizo que las euroasiáticas (y locales).

Imagen tomada de Plateau de Herve (Bélgica)

La semana pasada estuve recorriendo los campos y lomas de Camarillas. Es un altiplano de escaso relieve que pertenece a la cuenca del Alfambra. En estos parajes los relieves más vivos corresponden a unos montes calizos de suaves formas mientras que las zonas bajas y llanas están prácticamente cultivadas en su totalidad por la fertilidad de sus tierras. En los cerros abunda un matorral formado por erizón, tomillo, pedrehuela y aliaga, resultado del histórico e intenso aprovechamiento ganadero de estos montes.


Sobre la piedra de una pequeña loma había una collalba gris. Por su tono rojizo y su porte se trataba de un individuo de la subespecie leucorhoa. Es decir un ejemplar procedente de Islandia, Groenlandia o la costa atlántica canadiense.


¿Y que hacía por Camarillas?

¡Con lo fácil que les resultaría a las rebalbas del Atlántico occidental el invernar en el sur de las Estados Unidos o en Méjico, donde abundan hábitats propicios! ¿Por qué acomete un incierto viaje que le obliga a cruzar el Atlántico hasta llegar a Europa y después cruzar el desierto sahariano? Esta odisea supone un enorme esfuerzo energético y un cúmulo de riesgos.


La explicación de este enigma puede ser la que sigue.

Durante la fase de máximo rigor de la última glaciación esta especie, o alguna especie ancestral, tendría su zona de cría en Eurasia a una latitud situada mucho más al sur que en la actualidad y sobre un tipo de hábitat similar al presente (espacios abiertos) siempre que se encontrara el tiempo mínimo libre de hielos para permitir el desarrollo de los prados y una rica comunidad de insectos. Con la llegada de la estación fría, migraría hacia África.

Al remitir la glaciación y comenzar el actual periodo de clima templado, conforme los hielos se fueron retirando hacia el norte, a un ritmo de uno o dos kilómetros al año, estas aves encontraban nuevos territorios con hábitat adecuado cada vez más al norte (hacia Escandinavia y Rusia), hacia el este (Siberia, Mongolia y Alaska) y hacia el oeste (Islandia, Groenlandia y Canadá). 

Pareja de machos de rebalba compitiendo por su territorio de cría al inicio de primavera. Foto: Carlos Pérez Naval
Las poblaciones nidificantes en Europa o en Oriente Medio lógicamente mantendrían sus hábitos invernantes en África. Pero las poblaciones americanas y del este de Asia parecería lógico que invernaran en territorios más próximos con hábitats idóneos más próximos, como América Central o el sur de Asia. Sin embargo no fue así y continuaron viajando, como lo hicieron sus ancestros, generación tras generación, hasta los cuarteles de invernada subsaharianos.

Las lomas y barbechos de Camarillas son el escenario de una historia evolutiva que nos habla de glaciaciones, retirada de hielos, de expansión territorial y de impronta genética en el comportamiento migratorio.

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