Entre los siglos XIV y XIX, la
economía de las Tierras Altas de Teruel y, por tanto del Alto Alfambra, se basó
en la producción de lana. Este producto, muy apreciado, se destinaba tanto a la
exportación como a su transformación por los pelaires y tejedores locales.
La ganadería extensiva se basaba
en la práctica de la trashumancia, bajando los rebaños a tierras valencianas en
el otoño y retornando a las sierras turolenses en la primavera. Y también en el
uso de razas rústicas, como la rasa aragonesa o la cartera, bien adaptadas al
medio.
Esta importante cabaña ganadera,
que en 1796 y solo para el partido de Teruel, superaba los dos millones de cabezas,
requería pastos. Abundantes pastos. Estos se consiguieron a partir de los
bosques preexistentes. Sabinares, pinares, carrascales y rebollares fueron
talados para conseguir pastizales y, en menor medida, tierras de labor. La Comunidad de Aldeas de
Teruel era consciente de los riesgos que implicaba la deforestación, pero fue
incapaz de ponerle freno a través de las diversas ordenanzas que emitió. La fuerza
del mercado era mayor. Este proceso deforestador se aceleró tras las
desamortizaciones de montes públicos que se aplicaron a lo largo del siglo XIX.
El resultado.
El resultado.
Unos montes
cubiertos por comunidades de plantas herbáceas y por pequeños arbustos
resistentes a la sequedad, al viento y a los suelos poco profundos, que se
extienden desde Galve hasta Allepuz y desde El Pobo hasta Jorcas. En aquellos
parajes donde aflora la roca caliza y que presentan un suave relieve, forman
extensos páramos poblados por ajedrea, tomillos, erizos y diversas plantas
herbáceas como el cerrillo.
Estos ambientes abiertos son
apropiados para una comunidad biológica que, debió prosperar durante los
periodos áridos y fríos propios de las glaciaciones cuaternarias, y que durante
el último episodio de clima templado quedaría circunscrita a las cumbres
calizas de la cordillera Ibérica. Una comunidad rica en endemismos, tanto en el
ámbito de la vegetación como en el de los invertebrados.
Una comunidad que aprovechó la oportunidad de ocupar nuevos parajes conforme los pastos iban ganando terreno a los bosques.
En ella abundaban las especies de aves características de zonas esteparias.
Con especies como la alondra-ricotí ...
la ganga-ortega (churla) ...
el sisón ...
la
curruca tomillera ...
la bisbita campestre o la terrera común. Todas ellas y otras más tienen poblaciones en estos páramos.
Es por ello que una parte de las parameras de los términos municipales de Ababuj, Aguilar del Alfambra y Camarillas, que incluye también los cañones fluviales del Alfambra y sus aves rupícolas, han sido declaradas como Zona de Especial Protección de Aves "Parameras del Alfambra" y forman parte dela Red
Natura 2000 por incluir hábitats de interés en la Unión Europea.
En ella abundaban las especies de aves características de zonas esteparias.
Con especies como la alondra-ricotí ...
Es por ello que una parte de las parameras de los términos municipales de Ababuj, Aguilar del Alfambra y Camarillas, que incluye también los cañones fluviales del Alfambra y sus aves rupícolas, han sido declaradas como Zona de Especial Protección de Aves "Parameras del Alfambra" y forman parte de
Para interpretar este paisaje
cultural, las prácticas ganaderas que lo han generado, la comunidad biológica,
especialmente la avifauna, que constituye este agrosistema y su relación con la
historia de estos pueblos el Ayuntamiento de Aguilar del Alfambra, la Plataforma Aguilar
Natural y el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra han
organizado para el próximo sábado 2 de junio la jornada “Ganadería y
biodiversidad en la sierra de El Pobo. Paisaje histórico, tesoro
medioambiental”.
¡Descubre los páramos y cañones del Alto Alfambra!
Texto (Chabier de Jaime) y fotos (Rodrigo Pérez y Chabier de Jaime)
¡Descubre los páramos y cañones del Alto Alfambra!
Texto (Chabier de Jaime) y fotos (Rodrigo Pérez y Chabier de Jaime)
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