Tu quebrado techo permite la entrada de un tímido sol, iluminando pared y suelo.
El doblado dolor de tus vigas, cansadas y derrotadas, anuncia el próximo fin de aquello que fuiste.
¡Formas parte de mí! Me inundan los recuerdos.
Recuerdos de un niño de tres o cuatro años, jugando con pelotas de gamones cobijado en tu sombra.
Recuerdo como al reser de tu pared, mi madre hacía fuego y preparaba la comida. ¡Negras estaban tus piedras!
Contigo estudié pacientemente el transcurrir del tiempo y sus estaciones, el implacable sol en lo alto del medio día, el amainar de las tormentas, la quietud de los vientos.
Contigo aprendí a soñar, también a amar esta tierra. Desde tu cobijo, como en una ventana al campo, observé el trabajo bien hecho.
Estás hecha de piedra seca, de troncos de pino, de losas y tierra.
Me has dado a conocer la insignificancia, y a la vez el gran poder de una piedra, pues la piedra seca significa muchas cosas.
Significa propiedad, desde la más pequeña hita, al mayor de los cercados de la pared, dibujan los límites de lo particular, con mojoneras se delimitaban los términos de cada pueblo, con mojoneras y paredes se delimitaban las veredas, caminos de intercambio de culturas, el ir y venir de unos pueblos a otros.
Con pilones de piedra seca, se indicaba a los pastores, que esa finca había sido sembrada, y que debían respetarla.
Los casetos estrechan el círculo a la protección de lo más íntimo, al yo y mis enseres, al núcleo familiar, al vecino, al caminante necesitado de protección y descanso.
Los casetos, las paredes, las mojoneras, enriquecen el paisaje de nuestro pueblo, una mirada a éste, nos demuestra el gran esfuerzo de todos aquellos hombres, y mujeres que lo configuraron, una mirada más nostálgica, nos enseña el gran deterioro sufrido, pues antaño había porteras, y se respetaba el paso de ganado, se limpiaban los bardales resaltando más y más esas paredes de piedra seca, dejando en el ribazo la sombra del amigo espino vizcodero.
Caseta amiga, me has hablado del pasado, ahora me toca a mí hablarte del futuro.
Eliseo Guillén Daudén (Monteagudo del Castillo)
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