Días de junio.
Primeros calores. Humedad en el suelo. Alarga el día. Casi todas las plantas están en su esplendor, desarrollando su máxima actividad durante los días del apogeo de la luz. Es el caso del pipirigallo. Un cultivo, muy de Teruel.
Podríamos hablar muchas cosas sobre el pipirigallo.
De su aptitud para los suelos difíciles. De su resistencia a la sequía y a las heladas tardías. De su adaptación a las tierras altas turolenses ("Eres más de Teruel que el pipirigallo"). De su capacidad de fertilizar los campos en nitrógeno y en humus. Del generoso néctar que ofrece a las abejas. De la protección que ejerce en el suelo ante la erosión hídrica. Del hábitat que ofrece a los insectos y a las aves. De su empleo como alternativa en la rotación de cultivos. De la calidad de su forraje para el ganado. De las bacterias nitrificantes que viven en sus raíces. De la singular forma de su fruto. De su renacer como cultivo tras su casi desaparición por los avatares de la PAC. De su siembra por los cazadores. De su valor paisajístico. .E incluso de sus posibilidades como recurso didáctico.
Pero no lo haremos.
Hoy solo queremos invitar a que os acerquéis a un campo de pipirigallo. A cualquiera. Y os proponemos agacharos para disfrutar de cerca de su belleza. De la belleza de su flor amariposada ...
... con sus cinco pétalos rosas surcados por líneas púrpuras.
De la armoniosa disposición de las flores formando una espiga ...
... que progresan de abajo hacia arriba en su maduración.
Del intenso verde de sus hojas compuestas ...
Del inagotable canto del macho de la alondra que sobrevuela nuestra cabeza mientras vigila el cercano nido.
En los campos de Galve ...
en los de Allepuz ...
en Camarillas ...
en los de El Pobo ...
de Aguilar ...
de Monteagudo del Castillo ...
o de Ababuj ...
Son días de disfrutar de la belleza de los campos de cultivo ...
Días de junio.
¡Oh, priprigallo!
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